Y el espacio nos miró y nos vio infinitos Elphomega
jueves, 14 de julio de 2011
No-dias II. Diferentía XV
Quizá nunca debió haberlos. Quizá esta es la tortura que merezco. Quizá era mi destino. Quizá, quizá y quizá. El fallo fue nacer, el fallo fue nacer y siempre lo he sabido.
¿Y esta es mi caída, la libre infinita? ¿La que me abrumará tanto que acabaré gritando…en silencio?
No lo creo, no. No estoy de paso, y si mi vida de verdad se fue, compraré otra. Si está expirando le haré el boca a boca. Si tengo que morder, devoraré. Pero aún cegado por mis lágrimas correré, huiré hasta donde haga falta. Donde no pueda ser encontrado.
No pido tanto joder. Un rincón para mí y para mis pesadillas. Yo no elegí esto. Ni siquiera lo quiero. Sé, vida, que no me vas a regalar un plan perfecto ni una vía de escape. Sé que estoy solo. Que yo mismo soy mi peor enemigo y que por esto, y por nada más, estoy condenado a una eterna lucha sin tregua. Sé que me voy a reventar todo lo que pueda, que me machacaré mientras duermo, que si me dan la cuerda de la felicidad, no la cogeré y además la quemaré.
Mi mente es una cuchillada en la médula espinal. Veneno de tarántula. El precio que debo pagar por existir.
Pero con los ojos caducos y la respiración mortecina me prometo: que con, o sin ayuda llegaré a alguna parte. Lo prometo por todo lo que más quiero. Lo prometo y lo escribo apretando los dientes casi ahogado, gastando pañuelos uno tras otro. Sin revisar el texto. Negándome a llorar. Las lágrimas las reservo para la alegría.
Me basta ver una foto tuya para saber que el mundo está lleno de cosas maravillosas.
No-días
No hay un mañana para mí. Me robaron todos los días que me quedaban. Se los llevaron. En realidad se fueron. En realidad se escaparon.
No hay “buenos días”, ni tostadas con naranja recién exprimida. No quedan domingos enteros de pijama y zapatillas. No para mí.
No hay abrazos, ni palmadas en el hombro, ni palabras de ánimo. Se fueron agotados, no pudieron rescatarme y me dejaron abandonado.
Tampoco existe ya la ira, ni el rencor, ni la envidia. Ni la entereza, ni las buenas intenciones. Ni la justicia, ni el odio. Por el desuso se fueron con el tiempo.
También se fue, claro, la felicidad. Dejó como huella la melancolía, como los restos de café que quedan en un vaso de cristal. Endurecido, de aroma fuerte, de sabor agrio.
Ya no hay “te quieros”, no los habrá nunca más. Se fueron con las olas. Se llevaron mi vida
jueves, 7 de julio de 2011
Diferentia XIV
Perdona la intromisión.
Hoy me he acordado de ti. Me he acordado de ti porque me encanta hablar contigo. Porque aunque apenas tengo recuerdos de ti, vives en mi cabeza.
He empezado con Jopembre, que es el mes que me he inventado para tu nueva historia. Esa historia que empezó contigo sintiéndote tonta por sentir que podías escapar y por las dudas. Porque la luz te ciega, cuando llevas tiempo sin verla.
Qué bien la recuerdo, supongo que es porque es de esas historias inolvidables, que por lo bonitas que son, esculpen la mente y se quedan marcadas con viveza .Vivembre vino después, con algo innombrable flotando en el ambiente. Puede que incluso te sintieras desorientada, pero si te apetece, puedes desempolvar los viejos álbumes y encontrarás fotografías de todas partes. Del norte, del sur, y de sitios que no sabes localizar, pero te darás cuenta de que no estabas tan perdida.
Tenías miedo de las primeras impresiones, lo sé. Tenías miedo de que se repitieran tus recuerdos. Tenías miedo de que todo se volviese a marchitar. Tenías miedo de volver a querer. Tenías miedo de ser feliz, porque sabías que podía tener un final de mierda, de esos en los que caben más personas entre los brazos, que es sitio para una.
Y no fue así.
Y según pasan días se te llena la vida de recuerdos: la noche en la intemperie en la playa, por olvidarte las llaves en Murcia. La caminata hacia la gasolinera, andando, porque el coche os dejó tirados. La reconquista de tu tierra, cuando perdiste el miedo a reclamar tu territorio. Las palabras entre sabanas. Las cenas improvisadas con película en el sofá. El momento brutal en el que te diste cuenta; que él, ya no te importaba, que era solo otro recuerdo.. Trillones de problemas resueltos por los dos. Las borracheras con bailes infinitos. Tus preciosos ojos miel, no por el color, si no por la dulzura. Los besos. Los despertares con “buenos días princesa”.
Es tu historia, la que tendrás algún día, la que no necesitas resumir, porque un resumen solo se hace cuando algo acaba. Es tu historia, la que escribes cada día, la de infinitas páginas.