Era una noche de verano, de esas en las que el calor aturde, y el suelo arde
aún del mediodía.
Era una idea, de esas del corazón que aturden a la cabeza, y arden para
siempre en fuego sin ocaso.
Eran sentencias, camufladas en palabras equivocadas, erróneas. Como los
sentimientos supongo, que también eran enfrentados, aunque no erróneos. El
respeto, frente al respeto a uno mismo.
Es un trabajo sucio. Es el fin, como lo fuiste desde el
principio.
Eres quien rompe mis barreras. Dinamita mecha y llama.
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