miércoles, 4 de enero de 2012

Capitán Aze

Bitácora de tierra - Capitán Aze - 14 de Enero de 2024

Son las 4.32, y despierto tranquilo pese al atronador espectáculo de música y fuego que la tormenta ha montado fuera. En mi habitación todo es oscuridad, y sólo alcanzo a ver más allá de mi nariz cuando un relámpago atraviesa el cielo. En noches como esta, me planteo mandar colocar un cristal en mi marco sin ventana, pero es un pensamiento fugaz, pensamiento que se escapa con el viento que arremolina mi pelo y que tanto se ha esforzado en desordenar las hojas de papel de mi escritorio.
La madera cruje.
La lluvia se cuela por mi no-ventana con suprema facilidad, mojándome la cara. Con la lengua, capturo algunas gotitas y las saboreo. No están saladas.
Añoro la sal, y su ausencia me provoca por fin un momento de flaqueza, y las lágrimas se me escapan de los ojos. Juguetonas, las gotitas nuevas se cuelan en mi boca. Están saladas. Como el mar.
La tormenta arrecia. El escenario ha funcionado.

Y por fin duermo abordo.

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